martes, 31 de diciembre de 2013

APUNTES ETNOBOTÁNICOS EN PLANTAS DE TITAGUAS [1].

Santolina chamaecyparissus subsp. squarrosa (DC.) Nyman  (imagen autor).
Recopilando notas etnobotánicas dispersas en los escritos sobre Titaguas de Simón de Roxas podemos apreciar que nuestro autor, llevaba a rajatabla lo de conjugar los sólidos conocimientos que permiten la identificación exacta de la botánica academica, no sólo con las denominaciones vulgares  continuando a reseñar en su caso, usos que popular y tradicionalmente se hacía de algunas plantas en el pueblo y aún en esa zona del Alto Túria.
Veamos algunos ejemplos.


Santolina chamecyparyssus L. Rami floriferi lutoli et grabiusculi evadunt una cum foliis.

Ramas de flores amarillas y algo glabras sobresalen al mismo nivel que las hojas.



A mitad de julio aun se puede coger en flor bastante fresca, se ará teñir en los parages   frescos como Hoyalacha, Lontanar del Errero. En la Yesa es la escoba de las eras.

Escogen las matas más grandes y copudas e incándoles  por detrás los ganchos de una orca las empujan hacia delante barriendo así con más descanso mucho más trecho que con las comunes de palillos.
En: Descripciones y notas descriptivas de las plantas de Titaguas nuevas o mal descritas hasta ahora.

Separado de estas notas también encontramos: 
"Ontina, valenciano así en lemosín*. Empieza a florecer en 3 de Junio, aunque hay quien la coje ya en Canales en 30 de Mayo si tiene prisa de teñir. Junio. Julio. Muy común. Ribazos. Se siegan  sus mayores flores y llevan en canastillos por las muchachas sobre la cabeza desde la madrugada de S. Juan para teñir los cordellates de su querido color amarillo, y también telas de cáñamo. 

El amarillo lo dan  con la flor de ontina, con torbisco** a falta de ésta , con paja de […] traída de Valenzia"***.

*En Yndice alfabético de los nombres que dan los vecinos de Titaguas a las plantas que crecen en su término con indicación de su nombre y de los usuales castellanos.
**Daphne gnidium L.
***En el cap. Industria fabril.


El cordellate era un textil de tosca trama en forma de cordoncillo que manufacturada y tintada se producía artesanalmente en aquellos tiempos en el pueblo exportándose a Losa.

El uso como planta tintórea que Clemente anotó en su época desapareció en el pueblo como otro más prosaico: para usarla como escoba en las eras cuando se trillaba en ellas, actualmente su estimación que quizas era desconocida en su época: como planta medicinal (en infusión  como tónico estomacal y digestivo) o para colirio ocular.
Si bien era objeto de subasta y recolección hasta los ochenta del pasado siglo, por su semejanza con la manzanilla o camomila (Matricaria recutita) aunque ya  actualmente se aprecia por si misma.

La santolina contiene una cantidad variable de aceite esencial entre cuyos usos se han señalado sus propiedades vermífugas sobre todo para combatir en medicina natural los gusanos intestinales y más modernamente su capacidad antifúngica.

http://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1002/ffj.2730070109/abstract?systemMessage=Wiley+Online+Library+will+be+unavailable+on+Saturday+17th+December+2016+at+09%3A00+GMT%2F+04%3A00+EST%2F+17%3A00+SGT+for+4hrs+due+to+essential+maintenance.Apologies+for+the+inconvenience 



Detalles del patrón de maduración en la inflorescencia.
Sobre usos de santolina en medicina natural:
http://www.fitoterapia.net/revista/pdf/RDF1_1_SANTOLINA.pdf

Sobre los patrones armoniosos en la naturaleza:
http://www.youtube.com/results?search_query=inner+worlds+outer+worlds+-+part+1+-+akasha+espa%C3%B1ol&sm=1


Detalle del aceite esencial de Santolina






sábado, 30 de noviembre de 2013

SIMON DE ROXAS Y VICENTE LORENTE

Jarafuel donde nació Lorente y pasó su primera infancia, en la valenciana Vall de Cofrentes


El próximo 1 de Diciembre se cumple el segundo centenario del fallecimiento del médico y botánico Vicente A. Lorente Asensio. 
Nacido en 1758 en Jarafuel, desde los catorce años residió en la capital valenciana, vistas las aptitudes intelectuales que lo adornan sus padres con gran esfuerzo consiguen darle estudios, orientándose tras cursar dos años de derecho a los de medicina (1777), tras doctorarse (1781) y ser confirmado por el Protomedicato (1783)  comienza su carrera profesional y científica.
Discípulo de Tomás M. de Villanova (1739-1802)  polifacético científico de formación y talla europeas, con relaciones e intereses en varias ramas del saber; durante los casi tres lustros que el Dr. Villanova ocupó la “cátedra perpetua” de Química y Botánica en la Facultad de Medicina, Lorente será titular de la “temporal” de Botánica ganándola por oposición cuatro veces consecutivas.



Hay que advertir que en esa época las Constituciones de las universidades españolas eran todas diferentes. La de Valencia dependía del Ayuntamiento de la ciudad que la patrocinaba y sostenía por medio de un Patronato formado por  una Junta de concejales y por debajo de dicho organismo estaba el Claustro de Profesores que, con su rector a la cabeza, gobernaba como ahora los asuntos académicos.
La tendencia centralista borbónica tratará de limitar esta autonomía  con el pretexto de uniformizar en todo el reino los estudios. Así por  Real Orden (1770) se exige  a los claustros elaborar un plan de estudios conforme a esta nueva orientación. Reticentes a ceder, las Universidades se demoraran durante años. La de Valencia dirigida desde 1784 por V. Blasco (1753-1813) fraile de la orden de Montesa, que se encumbró en la corte de Carlos III como preceptor de los infantes reales, siempre al servicio de los intereses centralistas borbónicos, presentará su controvertido plan de estudios en 1787.


Segun Lopez Piñero, el "glorificado" plan Blasco supuso un serio obstaculo a la actividad científica de la Universitat valenciana suprimiendo por ejemplo la enseñanza quirurgica en medicina.
 Las relaciones de Lorente con el rectorado van a ser de permanente enfrentamiento, lo que se acentuará desde 1792, año del ascenso al poder de Godoy; su temperamento enérgico y su determinación en defender lo que considera justo, chocaran continuamente con el rector Blasco, que no cederá en su afán de deshacerse de él y perjudicarle por todos los medios imaginables.
Es conocida la animadversión que Cavanilles, amigo de Blasco, sentía por Lorente, pero hemos de anotar que el todopoderoso abate, no debía desconocer que Mariano Lagasca herborizó durante casi seis años (1795-1800) por gran parte del territorio valenciano dirigido por Lorente, que le trasmitió mientras fue alumno suyo, su refinada instrucción y la apasionada afición a la  botánica. De hecho tras su primera entrevista, recién llegado Lagasca a Madrid desde Valencia,  Cavanilles  examina admirado su herbario del que publica rápidamente Aristida elatior y Bromus verticillatus en el tomo VI de las Icones, acogiendo a Lagasca bajo su protección.
Igualmente Cavanilles tomó bajo su protección a Clemente, alumno destacado de Casimiro Gómez Ortega al cual también detestaba y del que no ignoraba la fluida comunicación que mantenía con Lorente, su colaboración y sus intercambios que hicieron del Jardín de Puzol, sufragado por el arzobispado, en el que Lorente trabajó infatigablemente, una avanzadilla de experimentación, siembras y aclimatación de especies nuevas,  en ocasiones para beneficio del Real Jardín Botánico de Madrid y de los Reales Sitios y que cobró justa fama en  Europa, especialmente tras la visita del barón Humboldt.
Pese a que Simón de Roxas estudió Filosofía y Teología en Valencia, no ha quedado constancia de relación alguna entre él y Lorente, comenzando en Madrid la colaboración y amistad entre Lagasca y Clemente, en cualquier caso este último no debía ser ajeno a la trayectoria del primer profesor de su compañero.
Oficio de José Caballero a  F.A. Zea  en el que desestima la solicitud de Lorente para que sean tres los miembros con voto del tribunal de la oposición. Lorente logró interesar en el asunto de la cátedra perpetua  de botánica valenciana al mismísimo  Carlos IV, que acabó interviniendo.  Imagen cortesia de la Biblioteca y el Archivo del Real Jardin Botánico de Madrid a cuyas titulares agradecemos su amabilidad.


 
  José Antonio Caballero (1754 - 1821) II marqués de Caballero y ministro de Gracia y Justicia (1798-1808)

Se ha señalado la presencia de Clemente en el tribunal que juzgó la singular oposición a la que concurrió Lorente juntó al Dr. Vicente Soriano, candidato del rector Blasco en el Real Jardín Botánico de Madrid para ocupar la cátedra perpetua de botánica en la Facultad de Medicina de Valencia. Pero la presencia de Simón de Roxas en este acto es incierta, pues en esa fecha 13 de Mayo de 1805, Clemente estaba probablemente en Lubrín (Almería), de donde partió el día siguiente camino a Vera, inmerso en su viaje científico por comisión del Rey al antiguo Reino de Granada, viaje que continuará hasta ser nombrado bibliotecario con carácter de profesor en el Jardin madrileño en octubre de 1805.


 Vicente Soriano no era rival para Lorente y así se puso de manifiesto por los profesores primero y director del establecimiento Francisco Antonio Zea ( 1766-1822) y el segundo profesor Claudio Botelou (1774-1842)  que juzgaron la oposición y dieron la cátedra a Lorente.

Zea sustituyó a Cavanilles en la dirección del Real Jardin, el gran botánico valenciano hacía alrededor de un año que había fallecido cuando Lorente, se presentó a opositar en Madrid, lo cual probablemente le favoreció.

La exposición de Lorente Disertación sobre el sistema de Linneo fue publicada ese mismo año en Valencia.
A Lorente se debe la ejecución del Jardí Botanic de la Universitat en su actual ubicación del huerto de Tramoyeres, paradójicamente también su destrucción pues en la primera acometida de las tropas napoleónicas que trataron de asaltar la ciudad del Turia  (1808), se atrincheró en el Jardí al mando de su milicia universitaria, colaborando a frustrar el asalto de Moncey a la puerta fortificada de Quart convirtiéndolo en campo de batalla.
En el segundo asalto francés a la ciudad (1812) fue hecho prisionero y probablemente hubiera sido fusilado por  el mariscal Suchet, de no ser por la providencial intervención de su médico personal que aunque oficial militar, también era naturalista y conocía las famosas Anomalías del sistema Linneano de Lorente, que habían tenido amplia difusión entre los investigadores botánicos de toda Europa.

Léon Dufour (1780-1865) al saber del fallecimiento de Lorente intentó ayudar a la familia con la que había trabado lazos de amistad,ofreciendose a comprar la biblioteca la viuda le confesó que ya la había tenido que vender para comer y le envió el voluminoso herbario de su esposo.
Protegido por Leon Dufour, con el que estableció una leal colaboración científica en el año escaso que permanecieron en Valencia las tropas de ocupación francesas, nuestro naturalista apenas sobrevivió a su retirada falleciendo el 1 de diciembre de 1813.
No ha merecido de la ciudad a la que tanto entregó ni tan siquiera una calle, un injusto olvido que le hace figurar por derecho entre la lamentable lista de naturalistas proscritos, esperemos que no por mucho más tiempo.

Imagen: Indigofera suffruticosa, Lorente  logró aclimatar y producir añil con vistas a surtir la industria valenciana de la seda de uno de los colorantes más necesarios, inaccesible tras el largo bloqueo de la armada inglesa , reproduciendo la experiencia con Dufour logrando sacarle dinero al geneal Suchet para reparciones en el maltrecho Jardí Botanic.

Desde este pequeña rendija con vistas a esos siglos, le enviamos nuestra sincera admiración y reconocimiento.


Recomendables impresos.

IMAGENES CIENTÍFICAS VALENCIANAS SOBRE LAS PLANTAS DEL MUNDO siglos XI-XVIII
José Mª Lopez Piñero
Ajuntament de Valencia 2010

VIAJE A ANDALUCIA
"Historia natural del Reino de Granada" (1804-1809)
Simón de Rojas Clemente Rubio
Edición de Antonio Gil Albarracín
GBG Editora 2002

Recomendables electrónicos
http://roderic.uv.es/handle/10550/15182
http://www.rjb.csic.es/jardinbotanico/ficheros/documentos/pdf/anales /1958/Anales_15%281%29_523_538.pdf

miércoles, 23 de octubre de 2013

METEOROLOGÍA DE TITAGUAS 2ª parte

El Turia abandonando las riberas de la  Rebollosa, receptor de las abundantes fuentes de Titaguas y eje de las laboriosas mediciones de Clemente.


I.- Sobre la salud del autor.
Lo primero que llamó nuestra atención al revisar la ordenación por fechas de las mediciones de temperaturas que Simón de Roxas realizó entre  1820 y 1825 fue la evidencia de la realización de un plan trazado de antemano.
Al igual que en las mediciones denominadas “nivelaciones” desde la cumbre de Mulhacen hasta Castell del Ferro, (1804_5) su autor perseguía un doble objetivo:
1.-Recogida de datos de los factores abióticos o ambientales: variaciones altitudinales en el caso granadino,  variaciones estacionales  de las temperaturas en el caso titagüeño.
2.-La correlación de estos con los fatores bióticos mediante recogida y clasificación de los vegetales,  líquenes y plantas vasculares mayormente en Sierra Nevada, hongos musgos, líquenes y plantas vasculares en Titaguas.
 Lo que  convierte al visionario Clemente en adelantado pionero de los estudios de ecología, pues es en la valoración de la  influencia de estos parámetros en los ecosistemas donde esta ciencia despega de la geología_edafología, la climatología_meteorología y la botanica_zoología.
¿Cuando se van las golondrinas, cuando están maduras las vides, cuando salen los rebollones? Variaciones sobre un mismo tema en este caso  titagüeñas a los interrogantes granadinos: ¿Por que aquí ya no crecen palmitos, hasta donde vegetan los olivos, donde empiezan a vegetar las sabinas?

Aprovechar mediciones para recolectar plantas y asociarlas a los datos, una ocurrencia de Clemente que le abrió las puertas a la comprensión de los ecosistemas.

Lo segundo que nos llamó la atención fue - pura admiración -  la mente privilegiada y el corazón a juego que tenía Simón de Roxas, ¿pero le aguantaba el cuerpo?.
En su autobiografía Clemente señala fechas al declive y deplorable estado de su salud
que le impiden por ejemplo completar su colaboración para la reedición de la Agricultura General Herreriana, a la que ya vimos (post de agosto 2013)  que Sandalio Arias no dudará en echar un cable.


Como una brava paloma torcaz  herida que sigue volando, Clemente aún  colabora con Lagasca en el laborioso diseño del acondicionamiento y  la recepción formal del último tesoro que salió de Nueva Granada, como así lo manifiesta D. Mariano en carta a Humboldt  desde su exilio londinense en la significativa fecha de 3 Mayo de 1827 cuya narración seguimos:


D. Mariano Lagasca (1776-1839)

“Sabedor de que se habían perdido muchísimos objetos de otras expediciones semejantes, y deseando evitar sucediese otro tanto con los de la de Mutis, antes de entregarme de ellos, pedí al Gobierno, que el Capitán Don Antonio Van-Halen, me los entregase con toda formalidad bajo rigurosísimo inventario, y que asistiese a este acto otra persona inteligente. El Gobierno así lo mandó, y nombró al efecto al Dr. Dn.
Simón de Rojas Clemente, Bibliotecario del Real Jardín botánico. El señor Van-Halen, aunque no es naturalista, es un oficial de mérito distinguido, que se había educado en una de las escuelas de la Marina Real española, de donde pasó al Ejército de tierra durante la guerra contra Napoleón; apreciaba mucho lo que con tanto cuido había traído, y tuvo la imponderable paciencia de asistir puntualísimamente a toda la
entrega, auxiliándome no poco en la coordinación de los manuscritos.
Los inventarios están hechos con la mayor escrupulosidad; todas las hojas de los manuscritos están rubricadas por los tres; de manera que ni un solo dibujo, ni una cuartilla de manuscrito puede faltar sin que sea por culpa del encargado de ello. Otro tanto hice con la parte de herbario que yo pude colocar. Si algo faltare no será por falta de previsión al formar los inventarios, será por descuido o por inmoralidad del
encargado, como sucede actualmente con los objetos correspondientes a las expediciones del Perú y Chile, y de la Nueva España.
Los estantes están pintados al ólio, tienen puertas dobles; además están forrados en hojalata por la espalda y por todos los costados para que los ratones no puedan jamás horadarlos. Los manuscritos y dibujos están además dentro de unas cajas bien cerradas que se embuten en nichos practicados al efecto en dichos estantes. El papel para el herbario es de folio mayor y de excelente calidad, hecho al efecto, y a toda mi
satisfacción. La pieza o salón, es enjuto, y el más fresco de todos los edificios del jardín en el verano, en dicho salón hay una mesa suficientemente ancha y del largo del mismo salón, sobre la cual pueden compararse a la vez más de doscientos esqueletos de plantas.
Hecho el inventario de los dibujos, y casi para concluirse ya el de los manuscritos hice presente al Gobierno mis ocupaciones, le pedí un profesor que me auxiliase, proponiendo à Dn. Simón de Rojas Clemente y los libros necesarios para la publicación, y los antecedentes indispensables para formar la historia de la expedición. Se nombró a Clemente como yo pedía; pero sobre los libros y demás aún no se me ha contestado.
Ignoro si después de mi salida de Madrid el 4 de abril de 1823 habrá adelantado alguna cosa en los trabajos de esta expedición mi difunto amigo Dn. Simón de Roxas Clemente. Si algo ha hecho, seguramente será muy poco, ya porque este encargo lo miraba él como un estorbo que le impedía perfeccionar sus propias obras; ya por el estado valetudinario de su salud desde 1819, y ya porque desde la entrada del Exto.
de Luis 18 en Madrid hasta el Septiembre de 1825 estuvo separado de su destino, y desterrado de la Corte por haber sido diputado en 1820 y 21. El conjunto de estas circunstancias, y el dolor que le causaría, como amigo que era de la libertad, el ver à su Patria sumergida en los horrores de la esclavitud, me persuaden tristemente que poco habrá adelantado.”

Alexander Von Humboldt (1769-1859)  naturalista y viajero aleman admirado por Clemente.


No resulta demasiado difícil percibir en ambos naturalistas cierta aprensión a estos materiales pues tanto a Lagasca como a Clemente no debía ocultárseles  el carácter de despojo de guerra, que probablemente en ellos, pesaba más que el inestimable valor científico de la colosal obra de D. Celestino  y nos resulta sugerente pensar que particularmente Clemente no debía ignorar la afición a la recogida de datos sobre el clima del gran naturalista, discípulo del maestro Mutis, patriota y mártir: Francisco José de Caldas.

Francisco José de Caldas (1768-1816)
Ciertamente Lagasca pone fecha a un primer ataque de la enfermedad- fiebre amarilla- que acometió a Clemente, en el curso del cual inevitablemente tendría ocasión de familiarizarse con una prosaica actividad: tomarse la temperatura.
Véanse de este mismo autor- su compañero y amigo- otra valoración en esa misma época, del estado de salud de Clemente en los comentarios a la supuesta autobiografía publicada tras su fallecimiento en la Gaceta de Madrid:





Nosotros si sabemos de sus trabajos en este tiempo y desde luego para Clemente no fueron de poca importancia.
Logró restablecerse lo suficiente para continuar la labor con una abnegación y esfuerzo del que estas mediciones, que difícilmente seriamos capaces de repetir con los medios actuales sin un costo elevado, son sólo una muestra, pues además de hacerlas a sus expensas, asociandolas a los vegetales que a la vez recolectaba, se obró una casa, mantuvo un huerto, continuó sus escritos y correspondencia, todo con unos medios tan irrisorios como heroicos.
 Solo añadiremos una prueba más: Colmeiro señala en su transcripción de Plantas de Titaguas: “. . . Unos 140 son los hongos de Titaguas descritos por Clemente en el otoño de 1824...”
 Su singularísimo pulso con su propio destino tenía premeditación ( sabemos  que hay constancia documental de un  termómetro de Reamur  que le fue prestado a Clemente por el Jardín el 10 de noviembre de 1820. (Comunicación personal de su biógrafo F. Martín Polo), no tenemos noticia de la carta de marzo de 1826 que menciona Lagasca, de la que agradeceríamos. . . .

Actual fuente de la Tosquilla

II.- El cambio climático.
Tal vez estas notas exciten la curiosidad de algún climatólogo profesional o aficionado, pues verdaderamente la repetición actual de las mediciones  200 años despues es factible.
La mayoría de los numerosos manantiales y enclaves que visitó Simón de Roxas siguen fluyendo, pero la magnitud y el coste de la tarea no es manca.
No siendo especialistas en este campo poco podemos aportar más allá de la ayuda desinteresada de amantes y regulares conocedores del territorio, pero establecer un plan de trabajo con las adecuadas directrices de esta ciencia en el s.XXI nos sobrepasa.
Habitantes más de 20 años en La Rebollosa vinculada a  cuatro de estas aguas titagüeñas: la Fuente del Rebollo, el Turia, el reguero del Batán y la Fuencaliente del Cañar, restauramos esta última, perdida la anterior restauración de los antiguos renteros y la hemos analizado (es bicarbonatada cálcica) y medido su temperatura en numerosas ocasiones, oscila entre 13º y 13,5 º Celsius, saque cuentas el que quiera.

Lecturas complementarias
Tentativa liquenológica Andaluza
Ocios de los españoles emigrados Julio 1827
Dos cartas inéditas de Lagasca a Humboldt
Hª Civil, Natural y Eclesiastica de Titaguas



viernes, 27 de septiembre de 2013

METEOROLOGÍA DE TITAGUAS 1ª parte


Anotaciones originales de Clemente en el manuscrito de Titaguas. Fotocopias cortesía de F. Martín Polo.



Durante cinco años, de principio a fin del que sería su último ciclo como habitante en Titaguas, Simón de Roxas tomó las temperaturas de sus manantiales y cursos de agua contrastándolas con las del aire, las anotaciones realizadas
 – probablemente sobre el terreno - en los lugares referenciados con fecha y en ºR 
( grados Reamur x 1,25= º Celsius o centigrados ).
Nuestro autor seleccionó entre las numerosas fuentes de su área, no solo abarca el término del pueblo. Así hay alguna como la Fuente del Pino que nombra en sus escritos de Titaguas que no midió. 
Si se piensa en la orografía del terreno, las vías de comunicación de la época y las menguadas fuerzas con que acometió la empresa, resulta aún más admirable 
y sobre todo inexplicable que estos datos, sin parangón en la ciencia de sus días, reunidos con tan gran esfuerzo no quedaran más elaborados, 
habiendo llegado hasta nosotros como un verdadero puzzle inteligible.
Podemos aventurar varias hipótesis, la más plausible resulta de
 la abrupta interrupción del trabajo, al ser requerida
 - probablemente por iniciativa real - la presencia del autor en la Corte, emprendiendo viaje a Madrid en fecha próxima a la última anotación, tras el
cual el autor no regresó al pueblo.
Comoquiera que la trascripción  que hicieron para Historia
Civil, Natural y Eclesiastica de Titaguas   de E.Tello y F. Martín (2000), págs. 33 a 38,  conserva la estructura original del manuscrito - enormemente liosa -
por estar las fechas de las mediciones mezcladas en anotaciones de fechas y lugares  desordenados - tras esta ordenación  de los datos resulta:




martes, 6 de agosto de 2013

THURIFERAS: Pasado y presente.


Cuando la ví a finales de marzo pensé que la trasplantarían, luego vinieron los temporales . . .


El viajero que transite este verano la preciosa CV-350 desde La Yesa por el Collado de Alpuente, hasta el límite provincial en dirección a Arcos de las Salinas (TE), advertirá las mejoras realizadas esta primavera pues según  la entidad promotora:
. . . las obras indicadas tienen por objeto la ampliación de la plataforma de las carreteras CV-350 y CV-354, en los puntos kilométricos indicados en el plano adjunto, mejorando notablemente la calidad de vida de los vecinos, así como aumentando las condiciones de seguridad y comodidad y reduciendo los tiempos de recorrido del tráfico de paso.
Efectivamente se trata de un tramo de montaña, donde no es raro en invierno encontrar la vía nevada, siendo además acceso obligado a las diversas aldeas septentrionales alpontinas y a sus explotaciones, fincas agrícolas y montes.
Desgraciadamente las medidas de calidad ambiental no han estado a la altura de la importancia del entorno, nos encontramos en uno de los paisajes más singulares de la Comarca Serrans o Serrania del Alto Turia, cuyos esforzados habitantes han mantenido un entramado de agroentornos característicos - las “Hoyas de Alpuente”-  en un mosaico de sabinares albares y roturaciones abancaladas de alto valor ecológico, paisajístico e histórico.
Lástima que la sensibilidad hacía esta venerable pero indefensa especie no haya sido atendida por los técnicos, ni contemplada en las preceptivas medidas correctoras del impacto ambiental (parece que para estas actuaciones en Valencia  no existe guardería forestal ni SEPRONA). 
Actuaciones de este tipo contribuyen bien poco y mas bien alientan las sospechas de los que estiman que cuanto más degradadas y vacías estén estas zonas, menos problemas para expoliar sus recursos: territorio, minas, bosques . . .
Omitimos mostrar por ejemplo como quedó la zona del acopio de tierra para esta obra, para no herir la sensibilidad de los lectores.


https://www.dival.es/sala-prensa/content/obras-de-ampliacion-de-plataforma-en-la-cv-354-y-cv-350-obliga-al-corte-de-ambas-carreteras-


Recientemente la Universitat de Valencia y el Ayuntamiento de Aras – vecino de la zona, y poseedor igualmente de esplendidas sabinas albares - han realizado unas interesantes Jornadas de encuentro, la puesta en valor de los recursos naturales y paisajísticos se evidencia como una de las alternativas para revitalizar el problemático futuro de esta demográfica y económicamente desfavorecida periferia de la fachada litoral valenciana.

Los alpontinos – unos hombres muy altos que cogen mucho trigo - siempre han despertado la admiración de sus vecinos, su territorio fue un opulento reino Taifa en tiempos de  Sharq al Andalus y era famoso en tiempos de Simón de Roxas por su productividad cerealista y agropecuaria, unido esto a  su privilegiada situación estratégica en las rutas meridionales del sistema ibérico, harían escenario estos parajes de varios episodios en las guerras carlistas, pocos años más tarde de que los anduviera su vecino titagüeño.

Para Simón de Roxas a menudo su pueblo y su comarca eran lo mismo y despertaban en él  profundos sentimientos, pues como viajero y naturalista romántico se vinculaba  afectivamente a los paisajes.
En 1817, Clemente no estaba en su mejor momento, a los problemas de subsistencia se sumaban los de una penosa enfermedad – la fiebre amarilla – y una pertinaz oftalmía, problemas que  le impedían trabajar cuando tal vez más lo necesitaba, en esos días colaboraba en una nueva reedición  de la Agricultura General de Alonso de Herrera, en la que no pudo participar todo lo que hubiera deseado. 
A menudo se ha tratado de la profunda amistad que le unía a Mariano Lagasca, pero no era su único compañero. D. Antonio Sandalio Arias Costa (1764-1839) estableció con Clemente una especial comunicación, basada en un profundo respeto y admiración, sazonada por sus inquietudes profesionales y aficiones comunes, que generó una complicidad como vulgarmente se dice para toda la vida. Al tratar enebros y sabinas en la mencionada obra, voces que el profesor Arias se encargó de redactar, podemos apreciar huellas de  nuestro Simón de Roxas, cuyos paisajes alpontinos son aquí evocados.


Anexo 1 : Juniperus en la edición de la Agricultura General de Alonso de Herrera de 1817. Tomo II,  extacto de págs.315 y 316.
El resto accesible desde: http://bibdigital.rjb.csic.es/spa/Volumenes.php?Libro=16



 


( 315 )

El juniperus phoenicia de Lineo es otra especie de sabina que abunda mucho en España, hallándose constantemente en los climas templados, o al menos no muy frias, pues se observa que en estos no prospera. Su tronco es grueso, sus últimos ramitos muy romos ú obtusos, las hojas son muy obtusas, de color que tira á verdegai, y casi doble largas que en la sabina terrera 6 comun , aunque de su mismo anchor y hasta veinte por lado en cada pulgada del ramito: las bayas son gordas, del diámetro de unas cinco lineas, menos ir­regularmente redondas que en la especie anterior, y de un color ro­jo, sostenidas por piezecillos generalmente mas cortos y casi hori­zontales. En Alpuente y otros pueblos comarcanos la emplean para bardas, y usan de su madera para horcones de emparrado y para varas de sacudir los nogales: tambien hacen de ella, aunque no tan frecuentemente como del enebro comun, las estaquillas para clavar los corchos de las colmenas ; y por último se sirven de la parte in­terior o corazon del leño, que aquellos naturales llaman meliz , para alumbrarse, formando unas teas que dan la luz muy clara.

El juniperus thurifera de Lineo, o sea el enebro que da el incienso, juniperus hispanica de Lamarc, quiere tierras frias. Su tronco es muy grueso, el mas alto de la especie y de abundante me­liz, el cual da una llama o luz muy clara. Tiene las hojas muy azuladas y agudas, y su fruto es negro-azu­lado, y muy grueso. Hállanse montes enteros y de grande esten­sion de esta planta desde Teruel hasta Alpuente, donde dan al ga­nado su hoja, y gayuba o frutillo, para alimentarlo en el invierno, y la conocen con el nombre de trabino o trabina. El Sr. Clemente, que ha estudiado detenidamente el género juniperus , y á quien de­bo todas estas noticias, ha encontrado en Sierra Nevada ( donde la llaman sabina Real) un individuo que tenia diez pies de altura, y su tronco hasta siete de circunferencia. Los pastores del reino de Granada hacen escelentes violines y castañuelas con su madera.
La sabina chaparra ( juniperus radicans, spec. nova Clemen­te), es la mas pequeña de todas: sus ramos rastrean por el suelo, y van echando raizes de trecho en trecho: no se halla sino en tierras


( 316 )
muy frias, como las de la Yesa en dicha comarca de Alpuente.
Por lo que queda espuesto conocerá cualquiera que el conoci­miento de todas las plantas de este género, tanto de los enebros pro­piamente dichos, como de las sabinas, es de la mayor importancia en agricultura. Desde luego se echará de ver que estas plantas son las mas á próposito para poblar las cumbres y colinas de las monta­ñas, cuya temperatura no admite otra vejetacion: lo son asimismo para aprovechar los terrenos áridos, secos y arenosos, aun aquellos cuyas arenas son movidas por los vientos de un lado á otro ; y por eso son escelentes para cerrar las heredades, formar setos, bosqueti­llos de invierno y otros muchos usos á cual mas ventajosos.
Asi por lo que hemos manifestado en el contesto de esta adicion, como por las nociones que se tienen de la rusticidad de todas estas plantas, conocerá cualquiera que para su cultivo ningunos cuidados particulares exigen. Si en el término del pueblo, o en el de los co­marcanos, se crian con abundancia, bastará trasladar la planta nue­va que se necesite, y plantarla en el sitio que se quiera cercar para conseguir un buen cierro; y aunque d terreno sea seco, árido y dé­bil, es seguro su arraigo tomando las precauciones indicadas en otras adiciones: mas si no hubiese proporcion tan favorable, puede reco­gerse la semilla donde la haya, y verificar la siembra de asiento en el parage designado. Lo mismo puede hacerse para poblar un terre­po cualquiera de los que á su vejetacion convienen. El labrador ha­brá cumplido siempre que, preparada antes la tierra con una labor regular, siembre las semillas, y preserve despues las plantas del dien­te devorador de los,ganados, a lo menos en los primeros años.
¿Cuántas y cuán solidas ventajas se proporcionarian á la patria si muchos de las terrenos estremadamente débiles, los cerros y las montañas altas y descarnadas se poblasen de enebros, sabinas y demas árboles y arbustos de semejante naturaleza ? y cuán útil seria para los progresos de nuestras fábricas este aumento de combustible y de maderas? Pocos lo desconocen ; pero me temo que á pesar de las razones que puedan esponerse para persuadirlo, nadie se resuelva á emprender una nueva plantacion en las playas, en las eminencias, y en terrenos infructíferos o que llamamos malos. A.

. Anexo 2. En su Hª Civil, Natural y Eclesiastica de Titaguas, Simón de Roxas coincide con las notas de S. Arias, al tratar las sabinas albares da sus denominaciones latinas - Juniperus hispanica (Lam.) hoy en desuso y thurifera L. actualmente admitida y añade: Tierra fria, se da su hoja y gayuba al ganado en invierno. Su meliz da luz muy clara y arde como tea.
Al tratar del pino rodeno (P. pinaster) señala: El mucho consumo de su follage disminuye aprisa en Titaguas esta util especie,mientras los de Aras atenidos a la trabina, lo desestiman para el ganado.
La coincidencia permite aventurar que pasó notas del listado de plantas de Titaguas, que inició en su primer periodo de residencia [1812-1814] a las adiciones de esta restauración de la obra de Herrera.


Anexo 3. Se  supone arbol sagrado de los iberos, ya los romanos apreciaban su incienso que proviene de unas pequeñas gotas de resina que por exudación  se disponen aisladamente en la superficie de la corteza de los ejemplares añosos, cuando esta fresca tiene un color cristalino y permite su agregación en bolas objeto de comercio que se compraban al peso. Sucedaneo a todos los efectos del verdadero incienso, exudación de arboles del genero  Boswellia en varias especies de oriente medio y Asia: (sacra, cartieri, thurifera . . . ).  
Denominación comercial frankincense, usado en perfumeria, aromaterapia (aceite esencial), magia y por supuesto en la liturgia cristiana.

Muchas de las edificaciones locales: ermitas, casas, pajares, corrales etc. de la parte septentional de la comarca tienen sus vigas de trabina, al ser esta madera imputrescible y no atacarse por los xilogagos, en ocasiones es más antigua que la edificación en que se encuentra, un verdadero legado que se estima enormemente prestigiando el inmueble y que es objeto a considerar en particiones y herencias.
Actualmente de la recuperación de los derribos, estos materiales se usan para rialdas de chimenea y mamperlanes de escalera. Antiguamente para ventanas, marcos, cantareras, rebostes, tablas para estanterias, muebles - sobre todo mesitas- artesas y arcas pues toma bien el pulimento y es considerada tan noble como el nogal o el castaño. Antiguamente tambien muy apreciada en la contrucción naval.

Anexo 4. Distribución de J. thurifera en el mediterráneo occidental.

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En http://n.montes.free.fr/images/carte-us.gif

Anexo 5.
TURIFERARIO
La palabra *turiferario* designa a un monaguillo o acólito /turifer/ que en los
rituales religiosos cristianos porta el incensario ahumando con perfume
quemado los objetos religiosos o imágenes, o a los obispos u oficiantes
revestidos de ceremonial. La palabra latina, /turiferarius/, se forma a
partir de /tus, turis/ <incienso>, el verbo latino /fero/ (llevar) y el sufijo latino de
relación -ario.
En realidad la palabra y la práctica no gustaba demasiado a los PRIMEROS padres
 de la iglesia, que la asimilaban a sinónimo de idólatra:
               "el que lleva incienso a quemar a los ídolos"
práctica condenada por los cristianos del s. IV (ver por ejemplo
Prudencio en /Apotheosis/, 292). Es por eso que cuando la asumieron
gustosos, para no contradecir tales escritos, se fue abandonando el
término "/tus, turis/" para sustituirlo por /incensum/.
Ellos no quemaban "/tus/", sino "/incensum/". Aparte de que a veces no disponían
siempre del preciado y caro incienso de Arabia y las Indias y quemaban
otros productos, se sustituyó incluso cuando sí lo utilizaban, como si
cambiando el nombre, cambiara la práctica.
En el lenguaje culto todavia actualmente se llama metafóricamente turiferario,
a cualquier adulador servil y acólito permanente de otro personaje, partido
político, régimen, etc., o quien sea, cuya ocupación principal es el
halago y aplauso ciego de cualquier manifestación de su "ídolo".



A principios de Octubre 2013 tras una muy detenida inspección en vistas a trasplantarla pues nos temiamos esto. 





 No es viable pues la mutilación dada la sección de las raices principales ocasionaría un trauma de trasplante que hace desaconsejable esta operación.
Tal vez con el conocido sistema trasplat, que esta fuera de nuestras modestas posibilidades.
La encomendamos a la Deva tutelar de las de su estirpe.