miércoles, 23 de octubre de 2013

METEOROLOGÍA DE TITAGUAS 2ª parte

El Turia abandonando las riberas de la  Rebollosa, receptor de las abundantes fuentes de Titaguas y eje de las laboriosas mediciones de Clemente.


I.- Sobre la salud del autor.
Lo primero que llamó nuestra atención al revisar la ordenación por fechas de las mediciones de temperaturas que Simón de Roxas realizó entre  1820 y 1825 fue la evidencia de la realización de un plan trazado de antemano.
Al igual que en las mediciones denominadas “nivelaciones” desde la cumbre de Mulhacen hasta Castell del Ferro, (1804_5) su autor perseguía un doble objetivo:
1.-Recogida de datos de los factores abióticos o ambientales: variaciones altitudinales en el caso granadino,  variaciones estacionales  de las temperaturas en el caso titagüeño.
2.-La correlación de estos con los fatores bióticos mediante recogida y clasificación de los vegetales,  líquenes y plantas vasculares mayormente en Sierra Nevada, hongos musgos, líquenes y plantas vasculares en Titaguas.
 Lo que  convierte al visionario Clemente en adelantado pionero de los estudios de ecología, pues es en la valoración de la  influencia de estos parámetros en los ecosistemas donde esta ciencia despega de la geología_edafología, la climatología_meteorología y la botanica_zoología.
¿Cuando se van las golondrinas, cuando están maduras las vides, cuando salen los rebollones? Variaciones sobre un mismo tema en este caso  titagüeñas a los interrogantes granadinos: ¿Por que aquí ya no crecen palmitos, hasta donde vegetan los olivos, donde empiezan a vegetar las sabinas?

Aprovechar mediciones para recolectar plantas y asociarlas a los datos, una ocurrencia de Clemente que le abrió las puertas a la comprensión de los ecosistemas.

Lo segundo que nos llamó la atención fue - pura admiración -  la mente privilegiada y el corazón a juego que tenía Simón de Roxas, ¿pero le aguantaba el cuerpo?.
En su autobiografía Clemente señala fechas al declive y deplorable estado de su salud
que le impiden por ejemplo completar su colaboración para la reedición de la Agricultura General Herreriana, a la que ya vimos (post de agosto 2013)  que Sandalio Arias no dudará en echar un cable.


Como una brava paloma torcaz  herida que sigue volando, Clemente aún  colabora con Lagasca en el laborioso diseño del acondicionamiento y  la recepción formal del último tesoro que salió de Nueva Granada, como así lo manifiesta D. Mariano en carta a Humboldt  desde su exilio londinense en la significativa fecha de 3 Mayo de 1827 cuya narración seguimos:


D. Mariano Lagasca (1776-1839)

“Sabedor de que se habían perdido muchísimos objetos de otras expediciones semejantes, y deseando evitar sucediese otro tanto con los de la de Mutis, antes de entregarme de ellos, pedí al Gobierno, que el Capitán Don Antonio Van-Halen, me los entregase con toda formalidad bajo rigurosísimo inventario, y que asistiese a este acto otra persona inteligente. El Gobierno así lo mandó, y nombró al efecto al Dr. Dn.
Simón de Rojas Clemente, Bibliotecario del Real Jardín botánico. El señor Van-Halen, aunque no es naturalista, es un oficial de mérito distinguido, que se había educado en una de las escuelas de la Marina Real española, de donde pasó al Ejército de tierra durante la guerra contra Napoleón; apreciaba mucho lo que con tanto cuido había traído, y tuvo la imponderable paciencia de asistir puntualísimamente a toda la
entrega, auxiliándome no poco en la coordinación de los manuscritos.
Los inventarios están hechos con la mayor escrupulosidad; todas las hojas de los manuscritos están rubricadas por los tres; de manera que ni un solo dibujo, ni una cuartilla de manuscrito puede faltar sin que sea por culpa del encargado de ello. Otro tanto hice con la parte de herbario que yo pude colocar. Si algo faltare no será por falta de previsión al formar los inventarios, será por descuido o por inmoralidad del
encargado, como sucede actualmente con los objetos correspondientes a las expediciones del Perú y Chile, y de la Nueva España.
Los estantes están pintados al ólio, tienen puertas dobles; además están forrados en hojalata por la espalda y por todos los costados para que los ratones no puedan jamás horadarlos. Los manuscritos y dibujos están además dentro de unas cajas bien cerradas que se embuten en nichos practicados al efecto en dichos estantes. El papel para el herbario es de folio mayor y de excelente calidad, hecho al efecto, y a toda mi
satisfacción. La pieza o salón, es enjuto, y el más fresco de todos los edificios del jardín en el verano, en dicho salón hay una mesa suficientemente ancha y del largo del mismo salón, sobre la cual pueden compararse a la vez más de doscientos esqueletos de plantas.
Hecho el inventario de los dibujos, y casi para concluirse ya el de los manuscritos hice presente al Gobierno mis ocupaciones, le pedí un profesor que me auxiliase, proponiendo à Dn. Simón de Rojas Clemente y los libros necesarios para la publicación, y los antecedentes indispensables para formar la historia de la expedición. Se nombró a Clemente como yo pedía; pero sobre los libros y demás aún no se me ha contestado.
Ignoro si después de mi salida de Madrid el 4 de abril de 1823 habrá adelantado alguna cosa en los trabajos de esta expedición mi difunto amigo Dn. Simón de Roxas Clemente. Si algo ha hecho, seguramente será muy poco, ya porque este encargo lo miraba él como un estorbo que le impedía perfeccionar sus propias obras; ya por el estado valetudinario de su salud desde 1819, y ya porque desde la entrada del Exto.
de Luis 18 en Madrid hasta el Septiembre de 1825 estuvo separado de su destino, y desterrado de la Corte por haber sido diputado en 1820 y 21. El conjunto de estas circunstancias, y el dolor que le causaría, como amigo que era de la libertad, el ver à su Patria sumergida en los horrores de la esclavitud, me persuaden tristemente que poco habrá adelantado.”

Alexander Von Humboldt (1769-1859)  naturalista y viajero aleman admirado por Clemente.


No resulta demasiado difícil percibir en ambos naturalistas cierta aprensión a estos materiales pues tanto a Lagasca como a Clemente no debía ocultárseles  el carácter de despojo de guerra, que probablemente en ellos, pesaba más que el inestimable valor científico de la colosal obra de D. Celestino  y nos resulta sugerente pensar que particularmente Clemente no debía ignorar la afición a la recogida de datos sobre el clima del gran naturalista, discípulo del maestro Mutis, patriota y mártir: Francisco José de Caldas.

Francisco José de Caldas (1768-1816)
Ciertamente Lagasca pone fecha a un primer ataque de la enfermedad- fiebre amarilla- que acometió a Clemente, en el curso del cual inevitablemente tendría ocasión de familiarizarse con una prosaica actividad: tomarse la temperatura.
Véanse de este mismo autor- su compañero y amigo- otra valoración en esa misma época, del estado de salud de Clemente en los comentarios a la supuesta autobiografía publicada tras su fallecimiento en la Gaceta de Madrid:





Nosotros si sabemos de sus trabajos en este tiempo y desde luego para Clemente no fueron de poca importancia.
Logró restablecerse lo suficiente para continuar la labor con una abnegación y esfuerzo del que estas mediciones, que difícilmente seriamos capaces de repetir con los medios actuales sin un costo elevado, son sólo una muestra, pues además de hacerlas a sus expensas, asociandolas a los vegetales que a la vez recolectaba, se obró una casa, mantuvo un huerto, continuó sus escritos y correspondencia, todo con unos medios tan irrisorios como heroicos.
 Solo añadiremos una prueba más: Colmeiro señala en su transcripción de Plantas de Titaguas: “. . . Unos 140 son los hongos de Titaguas descritos por Clemente en el otoño de 1824...”
 Su singularísimo pulso con su propio destino tenía premeditación ( sabemos  que hay constancia documental de un  termómetro de Reamur  que le fue prestado a Clemente por el Jardín el 10 de noviembre de 1820. (Comunicación personal de su biógrafo F. Martín Polo), no tenemos noticia de la carta de marzo de 1826 que menciona Lagasca, de la que agradeceríamos. . . .

Actual fuente de la Tosquilla

II.- El cambio climático.
Tal vez estas notas exciten la curiosidad de algún climatólogo profesional o aficionado, pues verdaderamente la repetición actual de las mediciones  200 años despues es factible.
La mayoría de los numerosos manantiales y enclaves que visitó Simón de Roxas siguen fluyendo, pero la magnitud y el coste de la tarea no es manca.
No siendo especialistas en este campo poco podemos aportar más allá de la ayuda desinteresada de amantes y regulares conocedores del territorio, pero establecer un plan de trabajo con las adecuadas directrices de esta ciencia en el s.XXI nos sobrepasa.
Habitantes más de 20 años en La Rebollosa vinculada a  cuatro de estas aguas titagüeñas: la Fuente del Rebollo, el Turia, el reguero del Batán y la Fuencaliente del Cañar, restauramos esta última, perdida la anterior restauración de los antiguos renteros y la hemos analizado (es bicarbonatada cálcica) y medido su temperatura en numerosas ocasiones, oscila entre 13º y 13,5 º Celsius, saque cuentas el que quiera.

Lecturas complementarias
Tentativa liquenológica Andaluza
Ocios de los españoles emigrados Julio 1827
Dos cartas inéditas de Lagasca a Humboldt
Hª Civil, Natural y Eclesiastica de Titaguas