lunes, 26 de junio de 2017

EL LARGO CAMINO A LA IMPRENTA DE LOS NOMBRES VALENCIANOS DE PLANTAS. 1ª parte.

Cuando Simón de Roxas la descubrió, la imprenta llevaba cerca de 400 años funcionando.

En nuestra generación el ciclo toca a su fin y todo va pasando al soporte electrónico.  Imagen servidores de un centro de datos de Google en http://esmateria.com/2013/02/04/las-conexiones-seguras-por-internet-no-son-seguras/

Estudiante en Valencia desde 1791 Simon de Roxas, pasará los últimos 9 años del s. XVIII en la ciudad del Túria, donde debió aspirar por primera vez en alguna de las numerosas imprentas de la ciudad, el inconfundible e intenso aroma dominante y caracteristico en estos establecimientos artesanales: una poderosa mezcla de tinta y papel nuevo.
Pronto debió advertir nuestro joven naturalista que en esta rara atmosfera, que envolvía  la liturgia del nacimiento de la letra impresa, era donde podría hacerse realidad su confesado anhelo de la infancia:


PDF (Referencia BOE-A-1827-243) en https://www.boe.es/buscar/gazeta.php
No es dificil imaginar que esta iniciación o primeras impresiones, sólo o en compañía de su mentor  de aquellos años, el profesor nacido en Jijona Antonio Galiana (1762- 1840), por las animadas calles de la Valencia dieciochesca, se fijarían en su mente como el evocador perfume de una amada. Cuyo rastro seguir fielmente toda su vida, aunque con desigual fortuna.

En esos años el abate Cavanilles (1745 - 1804)  fue comisionado por la corte a  recorrer este antiguo reino, rápidamente da a la imprenta sus famosas Observaciones

Amenas, ilustradas y mitificadas las Observaciones de Cavanilles  publicadas  en dos tomos en 1795 y 97. https://books.google.es/books/about/Observaciones_sobre_la_Historia_natural.html?id=lWai0DZtU9QC
 Las  páginas finales del 2º tomo las dedica a este índice, en que aparecen nombres valencianos englobados en los listados de plantas científicos en latín, castellano y francés.




Pronto este índice tuvo su eco. Vicente A. Lorente Asensio (1758 - 1813) médico y botánico - fue profesor de Mariano Lagasca en la Universitat de Valencia - sostenía una permanente controversia polémica con Cavanilles, con cuya invariable animadversión pudo contar en todo momento a lo largo de su vida.
En su correspondencia  con el farmaceutico y director del Real Jardín Botanico de Cartagena Agustín de Juan y Poveda (1770 - 1854), de la que se imprimieron dos cartas,  en la segunda anota:

... ¿qué entenderá el señor Cavanilles por nombres valencianos de las plantas si los que los valencianos usan y dan a ellas o los que de nuevo introduce su autor para las mismas?. Porque en efecto son más los nuevos nombres que introduce, que los propios de la lengua que propone...
                                       Texto completo en: http://bdh.bne.es/bnesearch/biblioteca/Juan%20y%20Poveda,%20Agust%C3%ADn;jsessionid=AB4D9CA31A9EC1D8D047BBC75E09D74B
Efectivamente  Cavanilles "valencianiza" algunos nombres derivandolos del castellano o del latín, engrosando notablemente la lista de los genuinamente populares. 
Lo cual recuerda la actitud frente al tema de Antonio Palau y Verdera (1734 -1793) médico y botánico que trabajó antes que él largos años en el Real Jardín de la corte madrileña y acometió castellanizar todas las denominaciones linneanas de Species Plantarum, con voces - que en realidad - no existían en el lenguaje popular.
Lorente nacido y criado en Jarafuel, en el interior castellano-parlante valenciano, formado en la capital, muy bien dirigido en sus estudios de medicina por el catedratico de química y botánica Tomas Manuel Villanova Muñoz y Poyanos (1737- 1802), creció científicamente  bajo la sombra benéfica de este  personaje - clave en los nodos de las redes meridionales de la tramisión del conocimiento científico y botánico europeo del XVIII - y en la no menos benéfica de dentro las tapias del huerto de Puzol, que
la mitra valenciana mantenía de años para haber de caridad remedios a los pobres, donde como a Simón de Rojas en la Algaida sanluqueña o en su malogrado Jardín de Aclimatación por ejemplo, no se le importaba agarrarse a una azada con la lupa en el bolsillo.
Podemos apreciar en que terminos se muestra contrario en esto a Cavanilles, que dudamos fuera competente en herramientas con mango, pues Lorente mantiene absoluta fidelidad a las voces tradicionales populares en todos sus escritos, donde rescata y da a la imprenta, no solo denominaciones en valenciano de vegetales, si no en ocasiones de sus partes:


 
Ornamental, nutritiva y apreciada materia prima de fibras vegetales
Chamaerops humilis L. imagen de http://www.proyectoforestaliberico.es/

Clemente anota con este criterio para los suyos sus denominaciones en valenciano, tanto de los vegetales que va conociendo por sí mismo, como  de otros autores en los que aprecia la inconfundible impronta del uso secular popular.
En el habla en castellano del Titaguas de la infancia de Simón de Roxas, donde  interpenetraban por proximidad fronteras lingüisticas diversas - en tiempos en que generalmente se viajaba a mucha menos distancia que hoy día, pero las relaciones humanas y familiares eran mucho más profundas - eran comúnes voces aragonesas y valencianas, especialmente en los topónimos,  nombres de plantas animales y materias relacionadas con el agroentorno.
Eran de uso en el pueblo y  probablemente el joven Clemente engrosaría sus comienzos infantiles, con lo visto y oido en sus tempranos viajes y estancias, primero en Segorbe y luego como vimos, en su más larga de estudiante en la capital, donde probablemente se recrecieron sus índices.


    La Alameda de Valencia en un grabado de !805. Imagen de:
 http://valenciaplaza.com/fischer-el-ilustrado-que-descubrio-valencia-a-los-alemanes1
Probable también su mente privilegiada además, con la asombrosa facilidad para los idiomas - que le dió para empezar a ganarse la vida desde 1800 en Madrid - como profesor de arabe y hebreo. 
Este impulso debió crecer a proporción con la talla de sus zapatos y cuando ésta se estabilizó, estaba en disposición de  trasvasarlos a sus escritos, que por su dedicación como aplicado profesor, naturalista y bibliotecario de la corte, encontramos en abundancia en su legado científico.

Del que una parte sustancial  no pudo ver en letra impresa en su vida.
Los cuatrocientos años de imprenta que abonaban lo que se ha dado en llamar `la ilustración´, no son una de las fuentes a ignorar para entrever la estructura  que desvela los patrones de formación de la conciencia planetaria.
Inmerso en esta singularidad creativa  o allegro molto  del impulso al conocimiento que floreció en su época, Simón de Roxas pronto se hizo sensible a aportar, a su conservacion y comunicación. Especialmente en las materias de su interés, básicamente en ciencias de la tierra y filología. 

Pronto comienza a moverse entre los autores de sus días y anteriores comparando sus observaciones metiendo el universo en yndices que iba atesorando.
En su Historia Civil ... de Titaguas podemos ver un: Yndice alfabético de los autores españoles que se han tenido presentes para la formación de esta obra - la comenzó en 1812 - del que resaltamos 3:


Excede las proporciones de este post comentar detalles de estas producciones y sus autores muy leidos de Simón de Roxas, pero merecerá la pena echarles un próximo vistazo.
To be continued


Disclaimer:
Comentar la presentación de la última publicación  biografíca sobre Simón de Roxas que se hizo en el Instituto de Estudios Catalanes, a principios de mes en Barcelona.
El acto fue en castellà y según el autor,  nuestro buen amigo Martín Polo, no hubo  mucha asistencia pero se vendieron bastantes libros.
A toro pasado cobra sustancia aquella sabia máxima culinaria:  "no abrir JAMÁS el horno mientras el soufflé esté subiendo".
 El ascensus no acaba de verificarse, pero sin perder de vista la idea inicial de la noticia: el interés del IEC - baluarte de lo más sagrado de la catalanidad - por tener en sus vitrinas  esta biografía sobre Simón de Roxas en castellá.

Con la que esta cayendo -y va a caer - da para pensar. 




martes, 25 de abril de 2017

POLILLAS DE LA CERA, pasado y presente.


Galleria melonella
Achroia grisella


La heterogeneidad de los contenidos de este blog que nos aproxima a Simón de Roxas se debe en parte a la variedad de intereses culturales que apreciamos en las investigaciones y producciones de nuestro personaje.
En otras ocasiones a esto se añade la coincidencia con temas en que él se ocupó en sus días y vuelven a estar de actualidad en nuestro tiempo. Es el caso de este post sobre las polillas de la cera.



A su vuelta de la expedición  granadina  en el otoño de 1805, Simón de Roxas regresa al Botánico madrileño integrándose como Bibliotecario titular y profesor en un ambiente bien distinto del Jardín de Cavanilles que abandonó con Badía  en 1802.

Los detalles de las rápidas metamorfosis particularmente esta última: de curtido explorador del antiguo Reino  de  Granada a naturalista de la corte; tienen mucho que ver en la elección del tema del artículo, además el alarde de fina ironía de Simón de Roxas, expresando puntualmente  su compleja situación vital.
Cuando aparece impreso ha pasado  más de un año en la corte y las sombras vírgenes de sus producciones capitales: el manuscrito de la expedición granadina y su ensayo de las variedades de la vid  le acompañan pugnando por abrirse camino a cada paso por el túnel en dirección a la luz.
Al rescate las Devas de la tinta impresa le aproximan una buena ocasión: El Semanario de Agricultura y Artes, una sólida y añeja empresa editorial de la ilustración, especializada en temas agrícolas, el I+D de la época y noticias de los adelantos internacionales en ciencias ambientales, agronomía, aprovechamientos, nuevos cultivos, tecnologías extractivas, comercio . . . en fin, algo tan a la medida de Simón de Roxas, cuya publicación es trasferida al staff del Jardín dirigido por Zea coincidiendo con su llegada al establecimiento en ese ya nombrado otoño  de 1805.


La cera era la sustancia más empleada para hacer luz en los días y noches oscuras a finales de 1806, la polilla desde la eclosión del huevo se alimenta desarrollando una fina galería interior que va engrosando y recubriendo de seda a medida que crece y progresa . . .
A más de curiosos detalles sazonan esta pequeña obra maestra que hubiera hecho las delicias del mismisimo Fabre*,el rigor de continuadas  observaciones originales, hechas por un enamorado de las abejas, afición que nuestro Clemente conserva probablemente desde su niñez en el Alto Turia, tierra de  buenos colmeneros y que nunca abandonara.

* El maestro del género de la divulgación entomológica del XIX Jean-Henri Casimir Fabre (1823 - 1915)

Cortamos y pegamos de las profundidades del inmenso Semanario de Agricultura y Artes disponible en: http://bibdigital.rjb.csic.es/spa/Libro.php?Libro=4307




Una última nota nomenclatural:

Nuestro autor apunta en su denominación para la polilla grande Galleria cereana, descrita por Carl Magnus Blom (1737 -1815),  médico y botánico sueco, de los llamados apóstoles de Linneo, aunque es la determinación de este: Galleria melonella anterior a la que cita Simón de Roxas, la que ha prevalecido nomenclaturalmente.   

Extractando su phyllum:
    Order Lepidoptera
        Superfamily Pyraloidea
         Family Pyralidae
                Genus Galleria
                    Species Galleria cereana en la sinonimia Ξ  Galleria melonella
 
En el caso de la polilla pequeña Clemente anota Galleria alvearia   de Fabricius** actualmente Achroia grisella - de este mismo autor - es la denominación hoy aceptada quedando la familia Pyralidae en este género Galleria como de especie única.


** Johan Christian Fabricius  (1745- 1808) 

De este autor naturalista contemporáneo de Simón de Roxas hay unas interesantes notas biográficas qué evidencian su conexión  a las redes de trasmisión del conocimiento actualizado en sus días, en taxonomías muy diversas y específicas en las que había personajes de su talla y laboriosidad, como este Fabricius que determino más de 10.000 insectos y como Clemente  nos dejó una autobiografía.  http://www.uni-kiel.de/grosse-forscher/index.php?nid=fabricius&lang=e

En nuestro tiempo actual esta primavera del 2017 encontramos a la polilla de nuevo.
Vuelve de la mano de otra científica italiana afincada en Santander, que parece ser otra enamorada de las abejas.


 Les dejamos este enlace a una interesante y muy reciente publicación  en la que colabora y que de seguro, ha alterado la tranquila rutina de esta investigadora dandole su correspondiente minuto de fama mediatica.
¿Tendrán nuestras polillas de la cera su espacio en el futuro?.

Probablemente, aunque si te pones a rascar a día de hoy  no es una relación tan intensa como la que el hombre ha tenido con por ejemplo el bómbice de la morera (Bombyx mori), pero nuestra polilla menor ampliamente cultivada como cebo vivo para peces, puede ser un importante recurso biotecnológico con el que contar para cuando por necesidad, tengamos que acometer la limpieza de la era del petróleo y sus reliquias.
Su pariente la Galleria melonella ya figura como un recurso biotecnológico de lo más . . . siglo XXI.
vean si no este último enlace: